











Villa Pilar, una casa indiana construida en 1905 en Pontevedra. Ya ha pasado más de un siglo y ahora, en la era de la domótica y las comunicaciones, nos toca rehabilitar los espacios entre el respeto y los conocimientos actuales, tal como hubiese hecho el indiano. Liberamos el espacio procurando la máxima amplitud y con un funcionamiento circular alrededor de la caja de escaleras. Las fachadas también se liberan de particiones. La simetría de la planta permite destinar un ala para la gestión y trabajo de las distintas actividades. Otra de las alas para salón de actos con una utilización muy flexible que se adapta a las distintas situaciones de uso. El eje marcado por las escaleras separa el espacio principal de entrada que funciona como recepción, del espacio más reservado del conjunto, que funciona como una sala de juntas y galería, también muy flexibles en su uso.
Villa Pilar es la casa que un indiano quiso construir en su tierra natal, Pontevedra, después de hacer fortuna primero en Cuba y después en Nueva York.
Aunque existe un proyecto previo del arquitecto Antonio Crespo, el edificio de Villa Pilar que finalmente se acabó de construir en 1905 y que hoy podemos contemplar, nada tiene que ver con aquel primer planteamiento y distintos estudiosos lo atribuyen a otro arquitecto cubano.
Está rodeada por un pequeño jardín, cerrado a su vez por una reja de forja, es una referencia en la ciudad, la gente puede orientarse sólo con decir su nombre.
Constituye un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido. Incluso, en los brillantes días soleados de la ría de Pontevedra, desde el interior de Villa Pilar los rayos de sol parecen atravesar sus ventanales acompañados de un son cubano que se escucha en la lejanía.
De arquitectura ecléctica, con elementos del romanticismo y balaustradas de estilo inglés, conviven en su interior el mármol de carrara de la escalinata de entrada, con las más nobles maderas del resto de la escalera y con el hormigón de sus balconadas, material que en el momento en que se construyó Villa Pilar, era lo más avanzado en materiales de construcción y estaba provocando toda una revolución en el mundo de la arquitectura.
Seguramente el indiano, persona inquieta y emprendedora a juzgar por su trayectoria, quiso dejar huella en su ciudad natal de la llegada del hormigón y demostrar su interés y admiración por los avances tecnológicos e industriales de la época que le tocó vivir.
Ya ha pasado más de un siglo y ahora, en la era de la domótica y las comunicaciones, nos toca rehabilitar los espacios entre el respeto y los conocimientos actuales, tal como hubiese hecho el indiano. Liberamos el espacio procurando la máxima amplitud y con un funcionamiento circular alrededor de la caja de escaleras. Las fachadas también se liberan de particiones. La simetría de la planta permite destinar un ala para la gestión y trabajo de las distintas actividades. Otra de las alas para salón de actos con una utilización muy flexible que se adapta a las distintas situaciones de uso. El eje marcado por las escaleras separa el espacio principal de entrada que funciona como recepción, del espacio más reservado del conjunto, que funciona como una sala de juntas y galería, también muy flexibles en su uso.
Entre ventana y ventana de todo el perímetro de la planta se proyecta un mueble blanco que incluye usos muy diferentes pero que da una imagen de unidad. Al mismo tiempo, estos armarios adosados a las paredes de los muros de carga principales, ayudan a aislar el perímetro de la casa y aumentan el espesor de los huecos, consiguiendo una iluminación tamizada y diferente a lo largo del día.
Estos muebles refuerzan la estructura conceptual de los muros de carga, incluso en el suelo y en los techos, ya que se da continuidad al pavimento y al techo en el espesor de los armarios – muros. El único volumen construido en seco y con derivados de la madera, lo forman los aseos que se disponen facilitando su uso desde cualquier parte de los recorridos perimetrales a la escalera. Este volumen de aseos no llega al techo general y tiene una cubierta de vidrio de forma que la luz del resto de espacios y del día, entra siempre en su interior.
Todos lo suelos con estructura de madera y pavimento de tabla de castaño acabado natural. Los techos preexistentes que se conservan, se restauran y los que habían desaparecido se proyectan con soluciones de madera de pino teñido con lasur blanco.
Cabe destacar el techo para el salón de actos, diseñado con el objetivo de resolver la acústica y la iluminación en distintas situaciones de uso. Se proyecta un juego de cajas con tapas móviles, como las cajas de madera de botellas de vino, pero colocadas al revés, de forma que nos permiten abrir o cerrar las tapas regulando la luz y la acústica. Las cajas pueden estar abiertas total o parcialmente, también cerradas, dejando pasar más o menos luz, o ninguna.
Se mecanizaron por control numérico unas tablas de madera con una serie de entrecalles. Estas tablas se colocan de canto por lo que se consigue gran resistencia a la flexión. Funcionan como pequeñas vigas y los canales sirven de guía para facilitar el deslizamiento de las chapas de madera en las cajas del techo.
Toda la carpintería exterior es completamente de madera, lacada en ambas caras y mantiene la composición original de sus huecos, incluyendo los vidrios con sus dibujos. La carpintería interior es de madera lacada y, de forma especial, se han reciclado trozos de antiguas molduras para colocarlos sobre unas puertas correderas de vidrio, permitiendo sectorizar el espacio según interese. La posibilidad de que las soluciones aplicadas en techos, puertas y armarios, sean móviles, facilitan la flexibilidad del espacio acompañando su adecuación a las distintas actividades.
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